lunes, 28 de julio de 2014

La brújula de izquierdas y el activismo LGTBI


No dejo de pensar en la izquierdización de los gays, lesbianas, transexuales de derechas que sufre este país, de la misma manera que muchas y muchos LGTBI de izquierda se derechizan (UPyD, por ejemplo) o en, perdonadme la maldad, el batiburrillo de nuestros días que a todos y a todas nos desorientan aún más de lo que la sociedad nos adjudica. En otra ocasión hablaré de la desorientación impuesta  socialmente, que me parece un tema muy interesante, pero hoy quería hablaros de política.

En primer lugar, me llama la atención la falta de pensadores (filósofos) y políticos que pierden fuelle con su discurso de izquierdas. Vale, posiblemente el problema esté en cómo transmitir el mensaje para que no se disperse y se convierta en infinidad de izquierdas, de tal modo que la “Izquierda”  se parezca a una especie de brújula desbocada cuya dirección haya que respetar sí o sí (Últimamente he oído que algunos círculos de Podemos no quieren hablar de izquierda o derecha, sino de arriba y abajo... ¡Surgen nuevas ideologías verticales! Pues bien, si el tema está en la transmisión del mensaje, en cómo realizar anclajes sólidos ideológicos para que la gente comprenda la necesidad de transformar para progresar, ¿por qué no se habla de pedagogía de izquierdas? ¿No será que la educación es un tema al que se le resta importancia porque los políticos en el poder no obtienen los réditos esperados a corto y medio plazo? Podríamos decir que el símil “bíblico”, oído tantas veces a la progresía, y que dice: “Mejor es ofrecer una caña de pescar al pobre que darle un pez” se queda corto y habría que añadir “y  una brújula –que funcione – para que sepa dónde ir”.

Vale, hay gays y lesbianas de derechas y de izquierdas, muchos gays pueden ir a paraísos gayfriendly como Maspalomas o Sitges,  muchas lesbianas pueden dedicarse a la deseada maternidad con casi ninguna traba social, nos podemos casar de blanco, todavía no por la Iglesia (aunque nos da igual) pero…A partir de aquí qué. ¿Cómo debemos entender el activismo? El activismo es algo que nos quita tiempo y, por qué no decirlo, dinero. Conseguido este primer paso de independencia y autonomía, las personas LGTB nos podemos dedicar a nuestras vidas privadas, a aburguesarnos,  a desarrollar los miedos típicos de la sociedad liberal,  al sentimiento de pertenencia que hace blindar la familia, la propiedad, dejarse llevar por la rutina, etc… derechizarnos, vamos, si no fuera por un pequeño detalle: Nos seguimos escondiendo de la sociedad, la transexualidad es el talón de Aquiles que abate a la ética moderna, la pluma es motivo de "sospecha" y chismorreos, no se habla de nuestra afectividad en público, no aparecemos en los medios de comunicación y aún somos tabú en muchos sectores e instituciones (escuela, hospital…) de la población. Por desgracia, debemos seguir empleando nuestro tiempo y dinero para intenta cambiar muchas cosas.

Entonces, ¿desde dónde debe hacerse ese cambio? Yo interpreto que desde aquel sector que nos ofrezca herramientas de cambio, jamás sería el conservador, es obvio. Aunque no le vamos a perdonar a la izquierda que nuestros afectos y sexualidades se vieran en el pasado como característica de la burguesía (cuánto pobre y desheredado gay o lesbiana habría entre sus filas, cuánto transexual, represaliada en su cuerpo,  sin nada que echarse a la boca…). No le perdonamos, con la misma contundencia que a la Iglesia y a toda la “conservaduría”, su miopía humanista. Pero comprendemos que la izquierda tiene en su base el “gen” de la transformación y mucho han cambiado las cosas desde aquella época. Nosotras, nosotros y nosotres debemos, por lo tanto tomar el testigo, empoderarnos, junto a los movimientos feministas, del cambio hacia una normalización de las inquietudes diversas de los ámbitos sociales e individuales de las personas tomando un rumbo que no haga girar la brújula con la desorientación con la que se mueve hoy.