jueves, 6 de noviembre de 2014

La cuestión de la diversidad sexual en los colegios

   La sociedad española es diversa. Entre las múltiples diferencias que enriquecen esta sociedad están la sexual y la familiar. La legislación española ha sabido, en pocos años, adaptarse a esta pluralidad y contemplar y atender las diferentes realidades. La diversidad es cada vez más visible. Sin embargo, el sistema educativo ¿está recogiendo esa diversidad?, ¿está respondiendo a las demandas de esa gran minoría que son las personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales (LGTB) o los hijos de esta? Creemos que no. Al menos no de manera sistemática y estructurado.
  En la mayor parte de los centros de enseñanza la diversidad afectivo-sexual o familiar brilla por su ausencia, y más con el despropósito de la nueva ley LOMCE. Esta característica educativa hace que, por un lado, todavía pervivan entre los jóvenes preocupantes niveles de rechazo a compañerxs "diferentes" en materia sexual. Algunos estudios nos hablan de que un treinta por ciento de alumnos varones no aceptan la homosexualidad masculina. El rechazo a la transexualidad es aún mayor. Por otra parte, también provoca que los adolescentes LGTB -o, sencillamente, aquellos que tienen dudas o que, por los motivos que sean, no responden a las expectativas de género - vivan el descubrimiento de su sexualidad desde el miedo, la inseguridad o la vergüenza, cuando no desde la exclusión o el acoso. Estamos hablando que de una población que podría estar formadas por un número que oscila entre los 175.000 y los 450.000 adolescentes en toda España. Otros estudios nos enfrentan a una cifra terrible: el 55 % de estos jóvenes (el 65% de los varones) afirma haber sufrido distintos niveles de violencia a causa de su orientación sexual y su identidad de género.
   Violencia que, por otra parte, se vive en su mayor parte en silencio, por el estigma que podría conllevar la denuncia de la agresión (recordemos que uno de los jóvenes agredidos por homófobos el mes pasado en Caravaca tardó bastante en denunciar el delito por temor a los agresores y la "vergüenza" de contar su afectividad en casa). Este silencio lleva a una buena parte de los responsables de la educación de nuestros menores a pensar que el problema no existe, o que reviste poca importancia. Y puento que no existe, no consideran que haya que tomar medidas al respecto. Por lo cual se sigue dejando a lxs adolescentes, desprotegidos ante ese problema y y vulnerables a esa agresión. Un círculo vicioso que pocos docentes están dispuestos a cortar.
   No debemos considerar que la educación en valores de respeto a la diferencia es algo que debe hacerse sólo por el bienestar de las personas pertenecientes a minorías. Debe hacerse, fundamentalmente, pensando en la consecución de una sociedad basada en los principios básicos de igualdad, libertad y fraternidad. En una convivencia enraizada en una Constitución que delimita los principios que han sido pactados por todos y todas. Esa convivencia en paz y armonía sólo se puede conseguir si lacras como la homofobia y la transfobia no tienen cabida en la construcción de las masculinidades que se potencian desde el sistema educativo.
Jesús Generelo
Secretario General de la FELGTB

No hay comentarios:

Publicar un comentario