A menudo se ha identificado la educación, sobre todo la formación
en las instituciones educativas, con una visión de la persona en la que la razón
se convierte en criterio y control de todo.
Y por ello sólo se ha pretendido trabajar con los conocimientos
para una inteligencia separada de todo lo que a una persona la convierte en
humana, en ser vivo que siente, se alegra, sufre.
En ese sentido, lo emocional ha sido (o es) infravalorado cuando
no visto como sospechoso o temible. (Quizás también por esa represión, luego se
producen estallidos brutales del mundo emocional - pasional.)
Sin embargo, la persona es un ser llamado a integrar sus dimensiones
cognoscitivas, emocionales y volitivas.
Y prestigiosos psicólogos contemporáneos han demostrado esa
integración en sus estudios sobre inteligencia emocional.
Por eso, en este artículo, se trataría de recoger las nuevas
concepciones sobre la emoción y su lugar en la persona humana y presentar una
forma de vincularla a la educación, a la formación en valores a través de un
medio, el cine, que llega directamente a lo emocional de la persona pero que
está llamado a ser recibido por la totalidad de la persona y aprovechado como
un mensaje, una comunicación de educación y cultura.
Palabras clave: educación, emoción, alfabetización emocional,
educación en valores, intervención pedagógica, lenguaje cinematográfico.
¿Por
qué el cine es tan importante para la educación emocional?
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las experiencias emocionales y audiovisuales son decisivas
en la construcción de la identidad personal y en las posibilidades que se
establecen en la educación para la vida, para la felicidad y para el bienestar.
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El cine como instrumento pedagógico que se
adentra, reproduce e investiga la vida humana, sus conflictos, pasiones y
emociones nos conecta con el “como si”, es decir, ese mundo irreal o percepción
virtual desde la cual vivimos y sentimos, reconociéndonos, identificándonos,
transformándonos y adaptándonos a través de la risa, la tristeza, el amor, el
gozo... despertando en el espectador unos sentimientos, pensamientos, actitudes
que transferirá al aprendizaje de experiencias en un medio y situación
concreta.
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El cine es además una ventana abierta al mundo
que ofrece un lenguaje, un medio de comunicación, un arte,... donde se conjuga
un análisis técnico, estético, sociológico, psicológico y pedagógico de la
realidad que nos ha tocado sentir y vivir (Bautista y San José, 2002;
Tarkovski, 2002; Ortigosa, 2002; Martínez-Salanova, 2003 y Eco, 2004).
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La finalidad del binomio «cine y emociones» no
es otra que la de garantizar un proceso de educación integral caracterizado por
un adecuado grado de homeostasis entre las dimensiones personales y sociales de
los individuos, es decir, el sentido de globalidad del ser humano.
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Desde un punto de
vista psicopedagógico, el cine se convierte en una vía de proyección, ya que
una vez vista la película el receptor vivencia los contenidos emocionales a través
de los actores y/o transfiere sus sentimientos y conflictos hacia dichos
personajes. Por este motivo entramos en la relación causa-efecto (dimensión
racional) y en estructuras de asociación y transferencia (dimensión emocional)
del uso de los medios audiovisuales.
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La existencia del
hombre o la mujer light, la persona “suave” no tiene el mínimo interés por lo
cultural, su máxima definitoria es la superficialidad y tiende a huir de
cualquier intento de entrar a conversar sobre temas culturales, desarrollando y
recurriendo de inmediato a una trivialización de estos.( Sartori denuncia
directamente a los agentes responsables de esta ceguera teledirigida: familias,
educadores, centros educativos, periodistas, medios de comunicación, formadores
de periodistas y empresas de comunicación, principalmente. Esto obliga al
profesorado hacia una responsabilidad para advertir de la importancia
destructora de la imagen, sin embargo, las instituciones educativas deberían
ser capaces de que el alumnado interaccionar de una forma horizontal y crítica,
donde la participación sea democrática e igualitaria ya que todos ven el film y
todos pueden reflexionar y participar.
Cine y comunicación. Niveles.
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El primer nivel sería el de
los sistemas perceptivos, vista y oído, de forma que se puede acceder a la
información de un modo inmediato, únicamente a través de los estímulos más
primarios.
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En un segundo nivel, estarían los
lenguajes asociados a los sistemas perceptivos: imagen, sonido fonético y
musical, ruidos y señales. Todos ellos producen una amplia gama de referentes
culturales de reconocimiento y codificación.
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el tercer nivel sería el que
actúa de forma subconsciente. La disposición de los encuadres y utilización de
la luz, los movimientos de cámara, la elección del espacio escénico, el manejo
de la música y el movimiento de los actores, entre otros, son elementos que el
espectador medio no percibe conscientemente, pero son los que combinados logran
que las películas nos transmitan determinadas sensaciones y emociones.
Cine y sociedad
Debemos subrayar la inmensa
capacidad del cine para transmitir un conocimiento directo, vivo, real de
acontecimientos y sucesos sociales. El cine no sólo llega a la inteligencia de
las personas, sino también conecta con sus emociones, para generar motivaciones
y para facilitar el compromiso de las personas con el cambio. Cambio que se
puede producir o favorecer a partir de la realidad más inmediata.
En nuestra cultura, especialmente
en determinados ambientes o sectores sociales, se ha considerado de mala
educación su manifestación espontánea se ha inculcado su control y hasta su
represión e incluso castigo. Este planteamiento derivaba de la identificación
de la persona con su componente racional y del menosprecio hacia lo afectivo.
Sin embargo, como ya hemos indicado, la visión unitaria del ser humano, la
aceptación de su complejidad, han llevado recientemente a destacar la
importancia de la emoción tanto en lo personal como en lo social y laboral. No
vamos a insistir de nuevo en la trascendencia que han alcanzado los estudios
sobre la inteligencia emocional.